lunes, 5 de junio de 2017

MARTIN SCORSESE. "SILENCIO"

      Instalado en el llamado por Kierkegaard "estadio religioso", acudí a ver la película de Martin Scorsese "Silencio", lo que me llevó a una búsqueda bibliográfica para comprender mejor una obra que no te deja indiferente, pues el director ha sabido llevar a la pantalla el núcleo de la obra  homónima del brillante escritor católico japonés Shusaku Endo. La novela, publicada en 1966, se inspira en las persecuciones a los cristianos de Japón en la época que siguió a la derrota de la rebelión de Shimabara en 1637. En su novela posterior "El samurai" vuelve a plantear el choque de culturas que aparece con la mundialización ibérica.

Andrew Garfield en el papel de Sebastian Rodriguez S.J.
    
      Los contactos occidentales con Japón comienzan a mediados del siglo XVI e incluyen la llegada de los jesuitas en su misión evangelizadora, lo que puso en contacto a la tradicional cultura japonesa con la cristiana occidental. Posteriormente, la toma del poder por la dinastía Tokugawa sumió a Japón en un completo aislamiento del exterior. Esta dinastía continuó aplicando la política de erradicación del cristianismo iniciada por sus antecesores y que llevó al martirio a quienes no apostataron de su fe católica. 
      La esencia de la película es la pregunta sobre la existencia de un Dios silencioso que acompaña a los creyentes en su solitaria adversidad y sufrimientos. Ya el Papa Benedicto XVI se la planteó durante su visita a Auschwitz al preguntarse: ..."Sólo se puede guardar silencio, un silencio que es un grito hacia Dios: ¿Por qué, Señor, permaneciste callado?, ¿cómo pudiste tolerar todo esto?" 
      La película de Scorsese sigue en líneas generales la obra de Endo, que se apoya en parte en hechos históricos, como la apostasía del jesuita Cristóbal Ferreira después de haber sido torturado, y el viaje a Japón de dos jesuitas para contactar con él y verificar este hecho. 

Leam Neeson en el papel de Cristobal Ferreira S.J.
    Después de permanecer ocultos un período de tiempo, los dos jesuitas que aparecen bajo los nombres de Sebastián Rodríguez y Francisco Garrpe, son denunciados por su judas japonés Kichijiro, su guía, y capturados. Las convicciones religiosas de Rodríguez comienzan a tambalearse cuando contempla las torturas a las que se someten a los creyentes japoneses, que podrían evitarse si él apostatara. Su entrevista con su antiguo profesor Cristóbal Ferreira, ya convertido en monje budista y el martirio de la "fosa" a que se somete a los japoneses cristianos le llevan finalmente a la apostasía.
   En la novela parece reflejarse la idea de Endo de que  el cristianismo no puede echar raíces en Japón, porque los japoneses tienen distintas concepciones de los orígenes del mundo, de la divinidad y de la vida del más allá, y son insensibles a Dios, al pecado y la muerte, y además un alto porcentaje considera que el cristianismo es un producto más de una cultura ajena a ellos; también cree Endo que para arraigar en ese país el cristianismo debería despojarse de todo lo accidental que ha acumulado en los años de historia y volver a su esencia primitiva.
    La historia de Cristóbal Ferreira es motivo de especulaciones, sobre todo tras habérsele atribuido la obra "Kengiruku": un panfleto que pretende refutar la doctrina católica, y que ha sido editado y comentado por Jacques Proust en su obra "La supercherie dévoilée". Si se aceptase su autoría, cosa poco clara, quedaría probada su apostasía, aunque hay testimonios de su arrepentimiento al final de su vida, pero que pudieran no tener una base sólida. Quizá basándose en este arrepentimiento, Scorsese se permite la licencia de insinuar al final de su película que Sebastián Rodríguez siguió siendo cristiano en su interior y continuó aceptado a este Dios silencioso que lo había acompañado toda su vida.

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