sábado, 26 de marzo de 2016

UN PASEO POR EL SERRABLO

      El Pirineo aragonés tiene multitud de atractivos artísticos para quien hasta allí se desplaza. El Serrablo es una comarca de Huesca en el Alto Gállego, que se extiende sobre el eje norte-sur del valle del río. Con la guía de unos familiares residentes en la zona, el pasado otoño organizamos una excursión para visitar la comarca y algunas iglesias de la zona: la Ermita de San Bartolomé de Gavin, la iglesia de Santa Eulalia de Oros Bajo, la de San Martín de Olivan, la de San Andrés de Satué, la de San Juan de Busa, la de San Pedro de Lárrede, y la de San Roque de Javierre del Obispo, cuyas fotografías tomadas ese día ilustran esta entrada, que termino un Domingo de Pascua, en el que es obligado oír "Cavallería Rusticana" y su coro "Inneggiamo al Signor"...y mejor aun, la ópera entera.
San Bartolomé de Gavin
      Una lectura previa sobre la historia del Serrablo nos apuntó  que en la Edad Media había sido una  zona poblada de mozárabes dependientes del  Valiato de Huesca.  Con la conquista cristiana de estos territorios en el 920 por el Conde Galindo Aznárez II, la comarca del Alto Gállego recibió hacia el 950 una segunda oleada repobladora, compuesta principalmente por mozárabes procedentes de la Cora musulmana de Huesca.
Santa Eulalia. Orós Bajo

      Debemos agradecer al tradicional aislamiento de las comarcas pirenaicas y en especial a quienes se esforzaron en preservar su patrimonio, que hoy en día podamos admirar en el Serrablo una buena colección de iglesias, levantadas entre los siglos X y XI, mostrando el esquema tradicional de poblamiento medieval al agrupar en pequeños núcleos rurales alrededor de iglesias a los habitantes dispersos en esta zona del Pirineo,en las que seguramente se practicó en ellas el rito Mozárabe, hasta que el rey de Aragón, Sancho Ramírez, impuso la liturgia romana.
San Roque, Javierre del Obispo

      Desde que en 1922 se diese a conocer estas iglesias ha habido varias interpretaciones de su estilo arquitectónico, diviendose entre los que las clasifican de mozárabe y los que lo hacen como de un  románico primitivo o protorrománico aragonés, con influencias del románico lombardo. La gran mayoría de estas iglesias son del tipo de nave única, con cubierta de techumbre de madera a dos aguas, con un ábside semicircular con bóveda de horno. Por lo general, el ábside presenta al exterior un friso superior de baquetones verticales sobre un muro de arcos ciegos. Las  torres-campanario son un elemento que las caracteriza, y destacan por su semejanza con algunos minaretes musulmanes. Los muros  suelen ser de sillarejo rectangular y debieron estar recubiertos por pinturas al fresco.
San Pedro de Lárrede

      En nuestra visita a una de las iglesias, acompañados por quien custodiaba sus llaves, nos relataba que para apreciar la fábrica se empeñó una temporada en arrancar con martillo y cincel los frescos que adornaban las paredes que "no valían nada" (sic). No puedo juzgar esa apreciación ya que han desaparecido, pero en cualquier caso, si eran las originales, probablemente hubieran merecido optar a exponerse en el Museo Diocesano de Jaca, en donde se atesora una excelente colección de frescos románicos de Iglesias de la Jacetania.
San Juan de Busa

      La visita al Serrablo es muy recomendable, no solo por el aspecto artístico, sino también por la belleza del paisaje, que seguramente abrirá el apetito del visitante, que podrá salir de la comarca notado, cumplido y socorrido con los variados manjares de la zona, como unas migas y un buen ternasco, regados con vino Somontano.
San Andrés de Satué

Páginas sobre El Serrablo:
http://www.serrablo.org/
http://www.arteguias.com/serrablo.htm



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