miércoles, 30 de julio de 2014

LOS INICIOS DE LA MODERNA CAPACIDAD ANFIBIA ESPAÑOLA. POR TIERRA Y POR MAR V


    La guerra anfibia en la Armada Española, en la primera mitad del siglo xx, tiene como hecho más sobresaliente el desembarco de Alhucemas el 8 de Septiembre de 1925, que supuso la más importante operación anfibia realizada por la Armada, con la concurrencia de unidades del Ejército de Tierra, de Infantería de Marina, y con la colaboración de las unidades aéreas del Ejército y de la Aeronáutica Naval. A pesar del éxito de la operación, con el paso de los años la organización, doctrina y procedimientos,  lecciones aprendidas, y el desarrollo de embarcaciones y medios para su ejecución cayeron en el olvido. Solo durante la Guerra Civil se volvieron a ver algunos intentos de operaciones anfibias, con escaso éxito.
DESEMBARCO DE ALHUCEMAS
     La posguerra civil en España vio a la Armada falta de recursos materiales y aislada internacionalmente, aunque se hicieron algunos intentos de dotarse de buques anfibios con la adquisición en el año 1948 de dos barcazas de desembarco inglesas del tipo LCT-IV: K-1 y K-2, que se asignaron a la Escuela Naval Militar, bautizándose con los nombres de “Foca” y “Morsa”. 
    El final del aislamiento y el comienzo de la modernización de la Armada, llegó de la mano del Convenio con los EEUU en Septiembre de 1953, y supuso la llegada de buques, embarcaciones y material para la Infantería de Marina, además de la doctrina y procedimientos para su empleo, y de ese modo poder desarrollar los procedimientos nacionales que iban a sentar las bases del renacimiento de la moderna capacidad anfibia española.
    La tensión creciente que desde finales de Marzo de 1956 se manifestaba en los territorios del África Occidental Española, sirvió para tomar conciencia de la importancia de dotar a la Armada con una capacidad anfibia. El comienzo de las hostilidades a partir del 12 de Agosto de 1957 puso de manifiesto su urgencia.
    Dos meses después, el 26 de Octubre de 1957 se materializa la decidida voluntad de la Armada de dotarse de una capacidad anfibia, al crearse por Decreto el Grupo Especial de Infantería de Marina en el Departamento Marítimo de Cádiz, con el que en unión de los buques y embarcaciones existentes y los que se empiezan a incorporar, se comienza a practicar la moderna doctrina anfibia. En ese mismo mes, como consecuencia del Convenio con los EEUU se descargan en Cádiz 13 embarcaciones de desembarco LCM, que se depositan en el Caño 18, asignándoles la numeración de LCM 1 a LCM 13. Finalmente, en Enero de 1958 son finamente transportadas al Arsenal de Las Palmas.
EL "FOUDRE" , LA LST 1 Y UNA BDK CON OTROS BUQUES FRENTE A EL AAIUM

   El apoyo francés a la campaña de Ifni-Sáhara se materializó ese mismo mes con el alta en la Armada de la LST francesa “Odet” (ex USN LST 815) que se denominará LST 1, así como 6 LCM, que llegan a bordo del LSD francés “Foudre” (ex USN LSD 12), y que se trasferirán a la Armada española numerándolas LCM 14 a 19. En resumen: para las operaciones, aparte de otras unidades de la Armada, se contará con un total de 1 LSD, 1 LST, 19 LCM, y las Compañías de Infantería de Marina de las Cabezas de Playa de Ifni y Aaium.

CABEZA DE PLAYA DE EL AAIUM
LCM EN LA PLAYA DE EL AAIUM
    Es importante señalar que las seis LCM desembarcadas del LSD francés “Foudre” constituyen, a partir del 20 de Enero de 1958, una unidad dotada con personal de Infantería de Marina de la Agrupación Independiente de la Base Naval de Canarias, al mando de un Mayor de 2ª (Alférez) con unos efectivos de 30 suboficiales y tropa. Estas lanchas tienen su base en Arrecife de Lanzarote, desde donde prestan múltiples servicios en cabo Jubi, playa del Aaiún y Villa Cisneros. La eficacia de estas dotaciones y su admirable espíritu, quedan condensadas en las siguientes palabras dirigidas por el Comandante General de la Base Naval con ocasión del cese de estas dotaciones en las lanchas el 20 de Abril del mismo año:
    “Con la disolución de la Escuadrilla de Lanchas LCM, números 14 a 19 inclusive, se terminan unas experiencias hechas por vez primera en nuestra Marina de dar participación en las faenas marineras de las Unidades de Asalto a las fuerzas de Infantería de Marina que han formado su tripulación. Esta labor que ha sido efectuada por personal del Grupo Independiente de la Base Naval de Canarias, enaltece el valor y solera de los hijos de este Archipiélago”
    Finalizadas las operaciones de Ifni-Sahara, en Mayo de 1958, se dan de baja en la lista de buques de la Armada la LST 1 y las seis LCM del “Foudre”, que posteriormente traslada a Cádiz el resto de las LCM. En septiembre del mismo año se crea la Flotilla de Lanchas de Desembarco con 13 LCM, dividida en dos Escuadrillas, afectas al Departamento Marítimo de Cádiz.
EL "ALMIRANTE LOBO" FONDEADO EN AGUAS DE BARBATE CON LANCHAS LCM ABARLOADAS
     El 15 de Junio de 1959 causan alta en la Armada las Barcazas de Desembarco K-3, K-4 y K-5, de construcción nacional, y el día 25 del mismo mes se crea el "Grupo de Desembarco", que ya cuenta con 5 BDK, 13 LCM, y tres LCPL. Posteriormente, en Noviembre de 1959, cambia su nombre por el de "Agrupación Anfibia", a la que se unirán, en Marzo de 1960, los tres buques LSM de procedencia americana.

BDK EN LA PLAYA DE BARBATE DURANTE EL EJERCICIO ALIF 59


LSM 1

     Ya es parte de la historia contemporánea de la Armada la creación del "Mando Anfibio", tras la llegada de los buques anfibios "Aragón", "Castilla", "Galicia", y las tres LST "Velasco", "Martín Álvarez" y "Conde de Venadito", así como la transformación del "Grupo Especial" en el "Tercio de Armada", pero los antecedentes citados son importantes para comprender el esfuerzo realizado desde los años 50 y 60 para poder contar hoy con una moderna Fuerza Anfibia, que es necesario seguir impulsando y actualizando. 
El tiempo transcurrido desde unos modestos inicios muestra que una capacidad anfibia oceánica como la que hoy dispone la Armada no se improvisa, y el poder contar con ella es algo de lo que legítimamente puede estar orgullosa, pues pocas naciones pueden disponer de una capacidad similar, que constituye una instrumento fundamental para la política de defensa de una nación marítima como España.