miércoles, 10 de abril de 2013

BRITÁNICOS Y PERROFLAUTAS

   


      Deambulo por la Gran Vía de Majadahonda en una fría mañana de primavera oyendo en el MP3 una conferencia sobre el Tratado de Utrecht, cuyo tercer centenario se celebra este año, y que supuso a la Monarquía Española la pérdida de todos su dominios europeos, la desmembración del territorio nacional de Menorca y Gibraltar, y la llegada a España de la Casa de Borbón, que después de variadas vicisitudes se mantiene en el trono hasta nuestros días -a pesar de sus esfuerzos para que no sea así. Bueno; como se ve, en los últimos doscientos años todavía no hemos conseguido recuperar la integridad del territorio nacional, y ello principalmente motivado por la debilidad nacional y nuestra limitada capacidad de acción exterior. La llegada de la democracia y nuestra incorporación a las Instituciones Europeas han evidenciado la verdadera capacidad de acción española al cuantificar y poder comparar nuestro verdadero potencial como nación. La crisis actual no ha venido a facilitar las cosas, por lo que no sorprende la posición británica de retrasar indefinidamente la resolución del contencioso.

 
       La acumulación de errores por parte española durante el período de Franco solo sirvió para reafirmar al Reino Unido en su pretensión de no ceder la Plaza sin el acuerdo de sus 30.000 habitantes, en una clara demostración de la debilidad española, pues no parece que le importaran tanto los deseos de la población de Hong Kong cuando se entregó la colonia a la República Popular China. "Indeed"... es que se trata de potencias de distinta categoría. Ante la débil España es más fácil usar la arrogante retórica imperial, sazonada de condescendencia, y acusar al Ministerio de Asuntos Exteriores español de "nacionalista"; en consecuencia, a pesar de ser socios en la Unión, aliados en la OTAN y tener un cuarto de millón de británicos residentes en España, todavía no ondea la bandera española en Gibraltar: una vergüenza.   Desafía el sentido común el pensar que aún no se haya logrado una solución aceptable para ambas partes; parece que el bloqueo a las conversaciones proviene de la parte británica, a pesar de las ingenuas y bien intencionadas concesiones de sucesivos gobiernos españoles, que me temo se tomaron cómo muestras de debilidad.

        En mi paseo por la Calle Mayor distrajo mi concentración sobre Utrecht las voces que salían de un altavoz. Movido por la curiosidad me acerqué a investigar su origen. Para mi júbilo resultó ser una asamblea del 15M -movimiento al que sigo con interés- así que decidí dar oídos a lo que allí se decía. Los presentes se pasaban el micrófono uno a otro para hacer su contribución. Las intervenciones se movían entre la religión y el estado, el laicismo y la teología de la liberación. La asamblea parecía dirigida por dos auténticos y genuinos representantes del 15M, por su aspecto diría que pertenecían al taxón "perroflauta". Participando sentadas en el suelo había otras seis personas, de pie un par de abuelos jubilados y cerrando los flancos dos jóvenes; uno de ellos, del taxón de los "pollos pera postmodernos" quien veía el mundo a través de unas modernas gafas Ray Ban, forrado con cortavientos North Face, zancas forradas con Levi´s 501 y zapatillas de campo Salomon; o sea: la evolución UCLA del "perroflauta". Sus intervenciones eran seguidas con mucho interés por dos fermosuras sentadas en el suelo, quienes pertrechadas con sendas libretas tomaban notas para no perder detalle de lo que allí se dijera.

 
        No podría decir que me sentí identificado con esta asamblea, pero lo que sí es cierto es que merecen todo mi respeto, pues su compromiso con la mejora de la sociedad no es solo teórico, sino que dedican tiempo y esfuerzo a debatir sus ideas y difundirlas en una fría mañana de Domingo. En cambio, no vi por allí ninguna asamblea o grupo de las juventudes del PP o del PSOE explicando sus ideas para cambiar la sociedad; al parecer están muy comprometidas con seguir la vocación de "autoservicio" de sus mayores y reservar sus energías para cuando los medios estén presentes y puedan darse a conocer para promocionar sus futuras carreras políticas.

      Cuando me alejaba, uno de los abuelos intervino para anunciar que retiraba su propuesta de debatir sobre la teología de la liberación, aunque la asamblea decidió formar un grupo de trabajo para seguir debatiéndola, pues consideraban que era un "asunto interesante" (sic). Cuando me retiraba se encendía la traca final con el anuncio de nuevas asambleas en coordinación con miembros de "batas blancas" "batas verdes" "stop desahucios" y no sé que otros coloridos grupos más. Con las pérdidas de Hessel y Sampedro, han quedado parcialmente ayunos de referencias intelectuales, pero seguro que encontrarán nuevos gurús.

      La muerte de Margaret Thatcher nos ha ahorrado el disgusto de tener que soportar a David Cámeron repitiendo la cínica y vieja excusa de que no negociarán el futuro de la Roca sin la participación de la población de Gibraltar. Más de lo mismo: la debilidad española.