jueves, 24 de enero de 2013

CATALUÑA, TURANDOT Y OLIVARES


     Para celebrar con mi familia materna la llegada del nuevo año, me cayó en suerte proporcionar el imprescindible conjunto de serpentinas, matasuegras, narices...; así que para afrontar esta difícil tarea, me recomendó mi hijo visitar un Bazar Chino del barrio. Hacia allí me dirigí pensando que con mis escasos conocimientos de mandarín no iba a ser cosa fácil. Decidí que el empleo de  señales convencionales universales  podría ayudar en la faena, así que en llegando al bazar que regenta una familia china y encarándome con la mismísima princesa Turandot en su palacio de todo a cien, me desbaraté en un conjunto de señales que simulaban el soplado de matasuegras, la colocación de la nariz postiza y el lanzamiento de serpentinas, a lo que una asombrada princesa, sin hacer ningún aspaviento, me contestó: -¡Ah! ¿Bolsa cotillón? Ahí delante a la izquierda.
     Bien; a eso le llamo yo una integración 3.0, casi como la del nigeriano que me busca aparcamiento en la calle de mi madre, con quien mantengo una conversación en fluido inglés y español; tampoco se queda atrás la rumana interna en casa de mi suegra, ni el búlgaro que repara la instalación de televisión, ni muchos otros que han asentado  sus reales en España, ellos y sus familias, la pena es que el drama del paro no esté ayudando a su permanencia.
     Sí; ya sé que la integración real no es solo eso, hay muchos más condicionantes, políticos, económicos, sociales y religiosos que es necesario satisfacer. Lleva tiempo el integrar poblaciones, pero no mucho si existe voluntad de hacerlo por ambas partes; sin embargo se necesita mucho menos tiempo para sembrar la insidia y conseguir la desintegración de sociedades que ha costado tanto tiempo construir. Hay que ser capaz de evaluar lo que está en juego y las ventajas objetivas que se deducirían de ello.
     No hace falta un gran esfuerzo para apreciar que en el siglo XXI "El mundo es plano"  -como ya nos alertó Thomas Friedman-  no solo para los movimientos de capital, negocios, "outsourcing" ..., sino para las personas. Si el mundo es así, nos podemos imaginar como serán los viejos estados europeos. 
     A pesar de las barreras a los movimientos de población la mayoría de los emigrantes que llegan a España muestran que es posible la integración -con algunas excepciones- pero esto no basta a quienes se empeñan en demostrar que los movimientos disgregadores tienen futuro en un mundo plano con una Europa cada vez más integrada y con ciudadanos a los que mueven los mismos afanes y pocas diferencias reales entre ellos.
     El comprobar cómo los nacionalistas de Cataluña quieren levantar barreras artificiales entre los catalanes y el resto de los españoles me lleva a pensar que aquellos no viven en el mismo mundo integrado que  nosotros y prefieren seguir viendo solo sus montañas, por lo que no tengo más remedio que estar de acuerdo con Olivares, quien hace ya más de trescientos años se desesperaba por las trabas y excusas que le planteaba la Diputación para cooperar en la defensa de la Monarquía Española, escribiendo sobre sus quejas: "...cómo le montan disfraz, o es que los catalanes han menester ver mas mundo que Cataluña".
     Ya ha llovido mucho desde Wifredo el Velloso y desde los Reyes Católicos, pero es que en los últimos quinientos años los españoles hemos construido muchas cosas juntos, por lo que independientemente de lo que los nacionalistas declararen en el Parlamento Catalán, la opción más segura para afrontar el futuro es continuar integrados con todos de los españoles -los únicos titulares de la soberanía nacional.